En una serie de pinturas mías, llamada "proyecto 20" pinté un "Hórreo volador". Para qué sirve un invento cómo estos, fue lo que pensé, es sencillo: Para llevar gallegos a la luna, ¿acaso no dicen que hay gallegxs allí? pues esa es la respuesta.
Ahora cada unx de lxs asistentes al taller, pudo hacer su propio "Hórreo volador" para ir a visitar al gallego o gallega que viva allá. Marta, nuestra jefa ingeniera aeronáutica, les indicó cómo tunear su nave y su contenido. Y les recordó no hacer ningún viaje sin cebolas, millo y demás alimentos de las hortas galegas, porque viajar a la luna da moita fame.
Hacer volar un hórreo implica mucho trabajo, por eso la cinta, las tijeras, el papel y la pintura no dejaban de circular de un lugar a otro
Hubo quién diseñó dispositivos para hacer el acceso al hórreo, más sencillo, mostrando ya desde pequeñxs sensibilidades que en ocasiones el político o arquitecto de turno no tienen.
Y sí hay nave voladora, debe haber una pasajera que la ocupe.
Otros optaron por las alas de dragón, hechas hueso por hueso.
Mucho detalle minucioso, que volar no es cosa fácil.
Y no podían olvidar la pista de aterrizaje, con los característicos puntitos rosas.
Las hélices, bien pintadas y engrasadas, a punto de despegar.
Los aeronautas, como todo trabajador, también tienen su tiempo para comer y reponer fuerzas.
Aquí la flota de hórreos voladores de las Rías Baixas
Izel
Sara
Ali
Carla
Iago
Marthazul y A. Metztli
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