El cartel del taller en la aldea.
Los materiales.
Con "la huerta de la abuela" intentamos que los participantes exploraran las posibilidades plásticas y expresivas de las flores, las plantas, la tierra, las especias, las frutas y las verduras, más allá de su uso habitual comestible o recreativo. Mirar y explorar lo de siempre con otro enfoque nos amplía las posibilidades del mundo.
Comenzamos por contarles los descubrimientos que hicimos, qué hojas o pétalos pintaban de tal o cual color. Y aprovechamos para pasear por la huerta y mirar todas las plantas que hay en el patio.
Podían dibujar con tizón y colorear prácticamente con cualquier color, todos obtenidos de alimentos y vegetales. No usamos ni lápices ni pinturas convencionales.
Muchos de los colores los trabajamos como si fueran acuarelas y soplando
Los colores se deshacían entres sus manos, desprendiendo aromas y sensaciones en sus dedos.
En cada vasito había un ingrediente con una etiqueta correspondiente del color que creaba.
Resultaba curioso ver pétalos azules que pintaban violeta o pétalos rosas que pintaba azul, o que no todas las hojas verdes pintan de verde.
También jugamos a sacar papeluchos de un par de bolsas, en donde previamente escribimos en una personajes y en la otra verbos. Al combinarlos salían cosas sorpresivas como un enfermero volando o una jirafa escribiendo, y eso había que representarlo en una composición de gran formato.
Mezclando colores, experimentando, conociendo, sin miedo, ni limitaciones. Pintando con café, huevo, tierra, uvas, hojas, flores...
Carla
Carla
Alicia
Alicia
Alicia
Alicia
Jose
Jose
Andrés
Andrés
Lola
Lola
Y así quedó la mesa, después del banquete de color alimenticio-creativo.
A comer :-)
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